Es necesario utilizar la ética como herramienta para identificar las falencias presentadas en los actores involucrados en el tema de los restaurantes escolares, aquellos comportamientos morales que transgreden o vulneran los derechos de los niños, desde las esferas del alto gobierno, que no cumple con sus funciones constitucionales, ni legales, amparando los derechos de los niños escolarizados en este caso, hasta las manipuladoras de alimentos que realizan su función sin cumplir los mínimos protocolos de accesia.
Así mismo como la ética nos ayuda a identificar las falencias, también nos puede ayudar a recuperar los valores individuales, necesarios para conseguir una responsabilidad social, que garantice la no vulneracion de los derechos de los demás.
De esta manera se garantizaría que todos los procesos político administrativos dispuestos para llevar a cabo la alimentación escolar, cumplirían su objetivo.
- Se le sugiere a la Ministra de educación que piense en la creación de una Unidad administrativa especial autónoma, que maneje estos recursos.
- Se propone cambiar la modalidad de contratación de las manipuladoras.
- Debe existir una supervisión diaria y permanente de parte de nutricionistas. Pero esto no se cumple.
- En los colegios y otras entidades con alimentación escolar funcionen veedurías conformadas por estudiantes, padres de familias, docentes y directivos, que “sean entrenados” para vigilar el cumplimiento de las minutas patrón y diarias, que los operadores deben facilitar. Ese comité, incluso, debe tomar fotos y pesar la materia prima que entrega el operador con el fin de tener un registro de la calidad de los productos y de las cantidades recibidas
- Es vital adecuar las cocinas con buena ventilación, iluminación y cuartos fríos. Esto tampoco se cumple en la mayoría de instituciones.
- Los padres deben conocer la cantidad y el tipo de alimentos a recibir por los alumnos para una adecuada nutrición, incluso que sepan que este proceso no se trata de cantidad sino de calidad.
- Se considera importante que antes de iniciar un plan de alimentación evalúen el estado nutricional de cada estudiante para conocer su talla y peso, a fin de orientar de manera adecuada el tipo de atención que hay que poner en práctica (incluso para los pocos alumnos obesos).
- Al final del programa, igual, hay que evaluar el estado nutricional de cada estudiante y así se sabrá si lo que se hizo surtió efecto. Nada de esto debe seguir pasando y hay que preservar el bienestar de menores.