martes, 12 de abril de 2016

La Eutanasia Entre El Acortamiento De La Vida Y El Apoyo A Morir: Experiencias Del Pasado, Retos Del Presente

La eutanasia es la acción u omisión que acelera la muerte de un paciente desahuciado con la intención de evitar sufrimiento físico concretamente podemos establecer, que existen dos tipos de eutanasia.  Así, por un lado estaría la llamada eutanasia directa que es aquella que viene a definir al proceso de adelantar la muerte de una persona que tiene una enfermedad incurable. En esta caso a su vez, aquella se puede dividir en dos clases: la activa, que básicamente consigue la muerte del citado enfermo mediante el uso de fármacos; la pasiva que es la consiste en la consecución de la muerte de aquel mediante la suspensión tanto del tratamiento médico que tenía como de su alimentación por cualquier vía. La indirecta bajo dicha terminología que lo hace intentar paliar el dolor y sufrimiento de la persona en cuestión, y para ello se le suministra una seria de medicamento que como consecuencia no intencionada puede producir la muerte de citada persona.

Los médicos son los responsables de ejecutar la eutanasia, por lo tanto con apoyo de los familiares del enfermo en cuestión. Hay casos, sin embargo, donde el enfermo se encuentra en condiciones de elegir sobre su propio cuerpo y solicitar la aplicación de la eutanasia. Esta práctica sin embargo está prohibido en la mayoría de los países.

La eutanasia despierta todo tipo de debate éticos. Sus defensores aseguran que quitar el sufrimiento de la persona y que rechaza la prolongación artificial de la vida que lleva a situaciones que son indignas. Los detractores, en cambio, consideran que nadie tiene derecho a decidir cuándo termina la vida del prójimo.

Cabe destacar que la eutanasia a lo largo de la historia ha sido utilizada como excusa para concretar la eliminación de grupos sociales. El nozismo promovia la eutanasia de los minusválidos, discapacitados por considerarlo inferiores y con el argumento de ser acto compasivo.

Juramento de Hipócrates del siglo V/IV antes de Cristo. Eje central de este juramento, con sus prohibiciones y mandatos, es la negación de la eutanasia activa y la ayuda a cometer suicidio: «no le daré a nadie un remedio que pudiera causar la muerte, aunque se me pida, ni tampoco daré un consejo en esa dirección». El médico, no sólo debe preservar y proteger la vida, sino también evitar ponerla en peligro o acabar con ella. La promesa de los médicos de Ginebra de 1948 se inserta en esta tradición: «Respetaré la vida del hombre desde la concepción, incondicional-mente».

Edad Media: Entre las obras de misericordia cuenta la ayuda en la muerte y el entierro del fallecido. Las siete virtudes clásicas y cristianas–sabiduría, valentía, humildad, equidad, fe, amor y esperanza– deben ser una ayuda en el trato con la muerte; sobre todo se debe destacar la esperanza que brinda el médico -en sentido tanto inminente como trascendente–; vivir significar tener esperanza, tener esperanza significa vivir («spiro dum spero»).

Modernidad: La eutanasia cambia, de ahora en adelante, a una piedra de tope fundamental de la imagen del hombre, del concepto de vida y de la comprensión de la ciencia, de la relación médico-paciente así como también de la solidaridad entre los hombres. Este hecho no ha experimentado cambios hasta nuestros días.

Siglo XX: En numerosos países se fundaron, a comienzos del siglo XX, sociedades para la eutanasia y, en diferentes ocasiones, se promulgaron informes para una legalización de la eutanasia activa. En las correspondientes discusiones tomaron parte médicos, abogados, filósofos y teólogos.

Presente: La eutanasia; también es variada la realidad en los distintos países del mundo. Reiteradamente se llega a iniciativas que apuntan a la legalización de la eutanasia. Una amplia atención ha encontrado la reglamentación legal de Holanda.

Según una encuesta empírica, en los Países Bajos en 1995, de 136.000 moribundas, a 3.200 se les practicó la eutanasia activa, la que en su mayoría es aprobada por los médicos holandeses; 9.700 pacientes habían solicita-do este tipo de muerte; 900 fueron asesinados por los médicos sin formular una petición expresa, puesto que consideraban innecesario otro tratamiento; en un 41% los médicos fueron obligados a pre-sentarse.


«¿Cómo hablar de la muerte a los niños? ¿Cómo explicarles que alguien, padre, pariente o amigo, ha muerto o verosímilmente morirá? ¿Cómo ponerle dilema atroz frente a la realidad de su próxima muerte? «Obedeciendo a la oscura sensación de que los niños pueden ser perjudicados, les ocultamos los eventos naturales de la vida, que deberán conocer y entender inevitablemente. Pero el peligro para los niños no lo representa el conocimiento de la simple realidad de la finitud de la vida de los padres y de la propia ya que, por lo general, las fantasías infantiles tocan este problema y el miedo y la angustia, fruto de su vívida imaginación, a menudo lo agigantan» ROBERTA SALA

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